As I’m sure most of you have gathered by now, I am in graduate school. I read a lot, more than I’ve ever read, which is saying something, because reading has been my most beloved hobby for all of my life.
I am halfway through the Master’s program in Hispanic literature at Indiana University, and when I finish, I am running. As fast as I can, and quite possibly as far as I can.
Being in grad school has made me realize a few things.
1. Sometimes, even though they say you should make your passion your work so you’re never working, it doesn’t work out. Graduate school is killing my favorite hobby before my own eyes. I just hope that when I come out on the other side, I can one day sit down and read for pleasure again.
2. You don’t realize you have a soul that’s meant to be free until you’re trapped. Sacrificing the rest of my 20s to live in grad student poverty in the corn fields of Indiana? I think the fact that I used the word ‘sacrificing’ says enough.
3. Coming back to the U.S. has made me realize that I don’t have to live here if I don’t want to. It’s my choice and my life. The U.S. doesn’t feel like home to me, nor does it fill my heart. Life will always feel as though I’m missing something if I stay here. So I need to go.
Enough with that. Although I am ready to go, I know that I had to have this experience–this grad school experience–or I would have always had the thought in my head that I ‘needed’ to go to grad school. Now I’ve done it, and I wanna be done with it, and I can go again.
If I want to come back someday and complete a Ph.d., then I will. But I have a feeling deep down in my being that I will fall in love with a new country, a new life, and a new me and never look back.
So thank you for following me on this journey, and putting up with all my posts about Hispanic books I’ve read, and be ready for 6 months more of them! And please, on February 20, cross your fingers, say a prayer, send some positive energy into the universe, or do whatever you do for people who need some good luck, because I take my Master’s exams that day and will need all the help I can get.
Pienso que la mayoría de vosotros han entendido a esta altura, estoy en la escuela posgraduada. Leo muchísimo, más que nunca he leído, lo cual dice algo, porque leer ha sido mi pasatiempo más querido por toda mi vida.
Estoy a medias en el programa de la maestria en la literatura hispana en la universidad de Indiana, y cuando termine, voy a correr. Tan rápida que pueda, y posiblemente tan lejos que pueda.
Hacer la escuela posgraduada ha hecho que me di cuenta de unas cosas.
1. A veces, aunque se dice que se debe hacer tu pasión to trabajo así que nunca se tiene que trabajar, no funciona. La escuela posgraduada está matando a mi pasatiempo querido antes de mis propios ojos. Sólo espero que cuando salga al otro lado, un día puedo sentirme y leer para placer otra vez.
2. No se da cuenta que se tiene un alma que debe ser libre hasta que esté enganchado. Sacrificar el resto de los 20 para vivir en la pobreza de la escuela posgraduada en los campos de maíz en Indiana? Creo que el hecho que he usado la palabra ‘sacrificar’ dice bastante.
3. Regresar a los EEUU ha hecho que me di cuanta de que no tengo que vivir aquí si no quiero. Es mi elección y mi vida. Los EEUU no siente como casa para mí, ni llena mi corazón. La vida siempre va a sentir como si me falta algo si me quedo aquí. Así que necesito irme.
Ya basta. Aunque estoy lista a ir, sé que tenía que tener esta experiencia–esta experiencia de la escuela posgraduada–o siempre tendría haber tenido el pensamiento en la mente que ‘necesitaba’ ir a la escuela posgraduada. Ahora la he hecho, y quiero terminar con ella, y puedo irme otra vez.
Si quiero regresar algún día y completar un doctorado, lo haré. Pero tengo un sentimiento en el fondo de mi cuerpo que enamoraré con un nuevo país, una nueva vida, y una nueva yo y nunca miraré atrás.
Pues gracias por seguirme en este paso, y aguantando con todos mis posts sobre los libros hispanos que he leído, y ¡esté listos por seis meses más de ellos! Y por favorrrrr, en el 20 de febrero, crucéis los dedos, digáis un rezo, mandéis alguna energía positiva en el universo, o hagáis lo que hagáis para la gente que necesita buena suerte, porque hago mi prueba de maestría en ese día y necesitaré toda la ayuda que puedo tener.